¿Por qué practicar posturas difíciles de Yoga?
Dificultad y facilidad son términos relativos. Desde un punto de vista meramente físico una asana puede ser fácil para un practicante avanzado y la misma asana puede ser difícil para un principiante.
Uttitha Trikonasana puede parecer una postura fácil para un practicante avanzado, o incluso otras como Virasana puede ser cómoda para muchos principiantes. Pero ¿que hay más allá de la simple postura? ¿Somos capaces de penetrar en la postura tras los primeros instantes de comodidad? O ¿Nuestra mente comienza a divagar al poco tiempo de entrar en la postura olvidándonos del verdadero desafío en la postura? Si respondemos con sinceridad nos daremos cuenta que hasta el asana más fácil se vuelve complicada si la practicamos con plena atención.
El Yoga no es solo consiste en obtener una mejor salud física y mental. La práctica de asanas es un proceso para llevar nuestra mente hacia dentro, que nos permita vislumbrar que existe algo más allá que el mero aspecto físico del yo. La práctica del Yoga con plena atención nos permite llevar a nuestra consciencia a un nivel superior y es en este punto donde hasta el asana más simple se vuelve complicada. El camino para avanzar es desafiar a nuestra mente a través de asanas y variaciones con el fin de llevarla a un nivel de atención mayor y más profunda.
Para que este nivel de atención no solo surja durante unos instantes sino que permanezca estable, debemos de practicar con determinación, coraje e intensidad según nuestro nivel de madurez y práctica, desafiando a nuestra mente para que salga de su zona de confort para ir desde la capa más externa, nuestra piel, hasta la más profunda nuestra alma. Es en este punto donde un asana deja de ser difícil o fácil únicamente teniendo en cuanta el aspecto más externo el físico.
Seguramente haya quien dude que sea a través del aspecto físico como podemos llevar nuestra mente hacia dentro y elevar nuestro nivel de consciencia, pero este aspecto no se puede entender leyendo un libro o un articulo, solo se puede entender practicando intensamente de forma continuada y desinteresadamente. Analizando y experimentando lo que ocurre en lo más profundo de nuestro ser. De nada vale afirmar o negarlo si antes uno mismo no lo ha verificado personalmente.
Por desgracia es fácil encontrar a escépticos que nieguen esta evidencia, incluso para algunos practicantes la práctica se reduce a motivos físicos eliminando de la práctica los aspectos más profundos como el de la atención durante la postura, sin que por tanto nuestra consciencia se vea empujada hacia niveles más profundos. Incluso es posible encontrarse con personas que, sin ni tan siquiera haber experimentado los efectos de la práctica, niegan desde el dogmatismo o el desconocimiento las evidencias de la práctica del yoga, contradiciendo a lo que otros cientos de miles de practicantes de todas las épocas y culturas han sentido.
Pero, no nos dejemos llevar por lo que otros opinan, tan solo dejémonos llevar por nuestra propia experiencia dejando atrás preocupaciones, apegos del pasado y miedos del futuro. Nuestra propia práctica nos mostrará evidencias de que el yoga y la práctica de asanas permite alcanzar niveles superiores de consciencia. Necesitamos practicar de forma intensa y valerosa, con los ojos bien abiertos, con una mente abierta y una actitud valiente para mirar hacia dentro y penetrar desde la capa mas externa hasta nuestro ser más profundo, nuestra alma, aunque esto deba representar un desafío para nuestro cuerpo y sobre todo para nuestra mente que tan solo busca la comodidad y la consecución de falsos placeres.
Solamente así veremos por que es necesario practicar posturas difíciles.
"¿Dónde acaba el cuerpo y comienza la mente? ¿Dónde acaba la mente y comienza el espíritu? No pueden ser divididos, toda vez que se hallan interrelacionados; son aspectos distintos de la misma consciencia divina que todo lo llena"
B.K.S. Iyengar (luz del yoga)