Historia de VISVAMITRA
VISVÂMITRA era un rey de la India. Una vez se fue de caza a un bosque en los Himalayas. Él y su tropa sintieron hambre y fatiga luego de la caza. Vieron una hermita y descubrieron que era la hermita del Brahmarsi Vasistha (un Brahmarsi es un sabio de consciencia cósmica). El rey se acercó al sabio y lo saludó. El Sabio Vasistha le dio la bienvenida y le ofreció un asiento. Cuando el rey le dijo al sabio que él y su séquito estaban en gran necesidad de comida y descanso, el sabio inmediatamente llamó a Kâmadhenu, la vaca de la abundancia, y le pidió que alimentara a toda la gente y al rey. La vaca de los deseos produjo la comida por un simple acto de voluntad y los alimentó a todos. Estaban asombrados ante el poder realizador de deseos de la vaca (que simboliza poderes yogicos infinitos).
El rey Visvâmitra se acercó al Sabio Vasistha y dijo, "Oh Venerable Sabio, estoy complacido con tu vaca de los deseos. ¿Por qué deberías tener una vaca tal que es capaz de alimentar a millones por el mero deseo? Sólo hay unos pocos de ustedes viviendo en esta hermita, mientras que yo, el rey, tengo que alimentar a millones diariamente en mi palacio. Esta vaca de los deseos será muy útil para mí. Te daré miles de vacas en intercambio por esta vaca. La necesito; por favor permíteme llevar esta vaca de la abundancia conmigo."
El Sabio Vasistha dijo, "Oh Rey, esta vaca es una vaca muy especial enviada por Dios desde el plano de la Verdad. Sólo a aquellos que han realizado a Brahman, o Verdad, les es dada esta vaca de la abundancia. Incluso si ofrecieras tu reino entero en intercambio por esta vaca, no me separaría de ella."
El rey Visvâmitra se enfureció. Dijo, "Oh sabio, no olvides que soy el rey. Me has insultado al negarte a mi pedido. Ahora tengo que llevar a la vaca por la fuerza."
"Prueba, si puedes", dijo el sabio. El rey ordenó a sus hombres que tomaran a la vaca por la fuerza. Tan pronto como lo trataron, la vaca, a la orden del Sabio Vasistha, produjo miles de hombres celestiales cargando armas celestiales, y las tropas del rey fueron rechazadas. Herido por el odio y el enojo, el Rey Visvâmitra luchó con el Sabio Vasistha. Cantando mantra-s poderosos, el Brahmarsi Vasistha sostuvo su brahma-danda, o vara de monje, y desafió al rey. Todas las flechas que el rey Visvamitra descargó contra el Sabio Vasistha fueron devoradas por la vara de monje. El rey perdió todas sus armas, y la vara milagrosa entonces vino a golpear al rey. Finalmente, el rey se dio cuenta del poder de un Brahmarsi. Oró por perdón. El Sabio Vasistha, siendo amable y compasivo, lo perdonó y alejó su vara, el brahma-danda.
El rey Visvâmitra siguió sintiéndose insultado. Pensó que todas sus posiciones y posesiones, poder y riqueza, reinado y reino, salud y belleza no eran nada comparadas con el brahma-tejas (refulgencia) del Sabio Vasistha. Corrió y se sentó bajo un árbol, en donde lloró como un niño. "¡Oh!" lloró, "todos estos días pensé que el poder y la posición lo eran todo. Ahora me doy cuenta de que nada es más grande que el conocimiento de la Verdad. Infinitos universos están al comando del Sabio Vasistha. La vaca de la abundancia y la vara milagrosa son sólo símbolos de sus inmensos poderes espirituales. ¡Ah! ¿Cómo he de alcanzar ese estatus de Brahmarsi? ¿Cómo he de adquirir todos esos poderes milagrosos? ¿Cómo he de saber el secreto de la iniciación? Todos estos años de mi vida han sido malgastados. Nunca volveré a mi palacio. Renunciaré a mi reina, hijos y reino, e iré a un bosque en los Himalayas a practicar la meditación. Debo adquirir todos esos poderes que tiene el Sabio Vasistha y he de vengarme; debo desafiar sus poderes. ¡Oh, lo debo hacer!"
¡Mira el poder de mâyâ! ¡El pensamiento de venganza permaneció con el rey incluso mientras tomaba la decisión de meditar en la Verdad!
Renunciando a su reino, su familia e hijos, Visvâmitra entró en un bosque formidable de los Himalayas. Acostumbrado al palacio real, comida puntual, y descanso, Visavâmitra se sintió incómodo, fatigado y desdichado. Estaba sólo, sin acompañantes o sirvientes, y no sabía qué hacer. Sabía muy poco de yoga, prânâyâma y meditación, pero su ego evitó que pidiera la guía del Sabio Vasistha. Debo, lo haré, pensó, y esa poderosa urgencia lo sostenía.
Visvâmitra subió un enorme pico de los Himalayas y se bañó en las corrientes del sagrado Río Ganges. Luego se sentó en una roca y miró a su alrededor. Estaba tan calmo y callado allí. ¡Un lugar ideal para la meditación! ¡Los picos de los Himalayas que besan los cielos! ¡La morada de sabios, ángeles y del Señor Siva! ¡La encantadora sonrisa del Señor Siva en su austera meditación! Debería practicar la austeridad y meditar como el Señor Siva en el ser Cósmico, pensó Visvâmitra.
Practicando prânâyama (respiración rítmica), Visvâmitra meditó en el Ser Cósmico. Practicando el auto-análisis, separó su mente de su cuerpo y desarrolló el poder del desapego. Luego conquistó su mente a través de la discriminación correcta y calmó todos sus pensamientos. Fuego yogico y humo emergieron de la corona de su cabeza y empezaron a quemar las esferas superiores. Indra, el jefe de los celestiales, estaba asustado, pensando que Visvâmitra podría intentar ocupar su trono con sus poderes. Para arruinar su tapasyâ (austeridad), Indra mandó una hermosa ninfa celestial llamada Menakâ que cantó y danzó frente Visvâmitra. Interrumpió su meditación y atrajo su corazón con su sonrisa hechizante.
Visvâmitra cayó víctima de rajas (pasión) y vivió felizmente con Menakâ por un año en el bosque. Una niña, que llamaron Sakuntalâ, les nació. Con el tiempo, Visvâmitra se dio cuenta del poder de mâyâ y se fue a otro bosque en los Himalayas. Renunció a Menakâ y a su hija. Menakâ, la ninfa celestial que había venido a destruir su penitencia austera, dejó a la niña en ese bosque y volvió a morada celestial. Un sabio llamado Kanva, que estaba vagabundeando en ese bosque, escuchó el llanto del bebé Sakuntalâ. La rescató y la llevó a su hermita, donde la educó.
Renunciando a comida y bebida, Visvâmitra tomó una decisión temeraria para obtener los más altos poderes espirituales. Se paró en una pierna con los brazos levantados y meditó en Brahman por un número de años. Los tres mundos fueron alcanzados por el fuego yogico de su austeridad. Indra mandó otra ninfa celestial llamada Rabhâ para arruinar la penitencia de Visvâmitra. Rambhâ trató de seducirlo con su encanto y hechizarlo con su melodiosa música. La meditación de Visvâmitra fue sacudida y abrió sus ojos. Siendo consciente de su estupidez anterior, decidió no seguir el deseo de la carne. Se enojó mucho con Rambhâ, ya que sabía que ella había venido a arruinar su tapasyâ. Enojado, pronunció una maldición que la convirtió en una roca. Inmediatamente, Visvâmitra vio que sus poderes, alcanzados a través de la austeridad fueron arruinados por un momento de rabia. La primera vez la lujuria, y ahora la rabia, habían arruinado su penitencia, y se dio cuenta de que el camino espiritual es igual de difícil que caminar sobre el filo de una navaja.
Pero el espíritu de Visvâmitra era infatigable. Se subió a otro pico de los Himalayas. Sin moverse, y manteniendo la respiración por un número de años, adquirió grandes poderes espirituales.
Durante ese tiempo, India era regida por el rey Trisanku. Él quería llevar a cabo el gran sacrificio de fuego que lo llevaría a la región celestial (svarga) en su cuerpo humano. Se acercó al Sabio Vasistha, su guru familiar, para llevar a cabo el fuego sacrificial. El Sabio Vasistha se negó a hacer el sacrificio, diciendo que era contra la ley divina que un ser humano fuese al cielo en su cuerpo humano. El rey estaba enojado por su rechazo y se acercó a Visvâmitra, el oponente de Vasistha.
Visvâmitra, que quería venganza, tomó esto como una oportunidad maravillosa para demostrar sus poderes yógicos. Retornó con el rey al palacio y organizó el gran fuego sacrificial. Convirtiéndose en el sacerdote principal mismo, Visvâmitra llevó a cabo el fuego sacrificial exitosamente y, por su poder yogico, mandó al rey Trisanku a la región celestial de Indra.
Indra y los celestiales vieron al rey entrando al cielo con su cuerpo terrenal y lo volvieron a empujar hacia la tierra. Mientras el rey Trisanku estaba cayendo del cielo, su cabeza abajo y sus piernas hacia arriba, lloró en agonía y rezó, "Visvâmitra, Visvâmitra, protégeme". El Sabio Visvâmitra vio al rey cayendo del cielo y, con su poder yogico, paró la caída. Le dijo al rey, "Oh rey Trisanku, para; para allí. No necesitas preocuparte. Crearé un nuevo cielo para ti en donde tú estás y destruiré el orgullo de Indra y los celestiales." Diciendo así, el Sabio Visvâmitra creó un nuevo sistema estelar y un cielo para Trisanku. ¡Incluso hoy en día, Trisanku brilla como una estrella en el cielo!
Otra vez Visvâmitra perdió todos sus poderes yogicos usándolos para ganancias ulteriores. Se sintió mal porque no había alcanzado su más alto objetivo. Nuevamente tomó una firme decisión de no moverse de su meditación hasta que alcanzara la iluminación. ¡Su espíritu era invencible!
Seleccionó el más alto pico de los Himalayas. Sacando su mente de los sentidos, meditó en el eterno Brahman. Las sesiones rotaron; los años pasaron, pero Visvâmitra se sentó sin moverse, su mirada fija en las cejas. Tan grande fue su penitencia esta vez que el fuego yogico que emergió de la corona de su cabeza alcanzó Satyaloka, la morada del Creador Brahmâ. Para salvar al mundo del calor del fuego yogico de Visvâmitra, Brahmâ se apareció ante él y lo bendijo, "Oh hijo mío, estoy complacido con tu penitencia. Tú has alcanzado lo más alto. Tú eres un gran sabio (Maharsi) ahora. Serás un Brahmarsi cuando seas bendecido por el Sabio Vasistha." Diciendo estas palabras, Brahma desapareció.
El Sabio Visvâmitra estaba frustrado. "¡Otra vez tengo que ir con Vasistha por sus bendiciones para convertirme en un Brahmarsi! ¡Oh no! No puedo hacer eso. En tanto Vasistha viva, no puedo convertirme en un Brahmarsi. Quizás si lo mato, entonces puedo convertirme en un Brahmarsi!" Pensando así, Visvâmitra fue a la hermita del Brahmarsi Vasistha a la medianoche. ¡Llevando una gran roca para tirarla contra la cabeza de Vasistha, se paró cerca de las puertas de la hermita de Vasistha y esperó a que pasara por ese camino hacia el río para sus meditaciones matinales!
Visvâmitra escuchó al Brahmarsi Vasistha hablando con su esposa, Arundhatî. "Arundhatî", dijo Vasistha, "Visvâmitra es un hombre tan grande que está a punto de la obtención del estatus de Brahmarsi, pero..."
Arundhatî dijo, "¿Pero qué? ¿No lo bendecirás con ese estatus si es digno del mismo?"
"Por supuesto que lo haré", dijo Vasistha, "si es que él viene a mí."
Visvâmitra, que estaba escuchando esta conversación, se sintió apenado de su odio hacia un sabio tan divino. Tiró la roca y corrió hacia Brahmarsi Vasistha y cayó prostrado a sus pies.
"Ahora te has convertido en un Brahmarsi", le dijo Vasistha a Visvâmitra. "Le has mostrado al mundo que el espíritu humano es invencible y no acepta derrotas. Has conquistado la lujuria, el enojo, la avaricia, el apego y la arrogancia uno por uno a través de tus austeridades y de tus meditaciones. La última barrera era la envidia. ¡Ahora también has conquistado a ese enemigo! ¡Gloria a Brahmarsi Visvâmitra!
Mientras Vasistha tocaba el centro de las cejas de Visvâmitra, su tercer ojo se abrió y vio los siete ritmos con los cuales el cosmos fue creado. El sagrado Gâyatrî-mantra con sus siete vpâhrti-s o ritmos le fue revelado aquella vez, de la siguiente manera:
Om Bhûh, Om Bhuvah, Om Svah, Om Mahah
Om Janah, Om Tapah, Om Satyam,
Om Tat Savitur Varenyam,
Bhargo Devasya Dhîmahi
Dhiyo Yo Nah Pracodayât//
Om Âpo Jyotih
Raso-Mriram Braham
Bhûr Bhuvah Svar-Om
Brahmarsi Visvâmitra experimentó la consciencia cósmica. ¡Fue establecido en aquella consciencia máxima para siempre y se volvió inmortal!
¡El hombre podrá caerse muchas veces en su viaje espiritual, pero que no ceje nunca hasta obtener lo Supremo!